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miércoles, 19 de marzo de 2008

Sabemos de lo que hablamos

Llevo unos días leyéndoos, reflexionando sobre vuestro contenido y el nuestro. Tanto el de los post como muchos de los comentarios escritos por aquí y por allí. Y me surge la duda: ¿realmente sabemos de lo que estamos hablando? Hace unos días leí a una compañera y muy querida amiga de Valdelicea decir que quería aprender a meditar y, a continuación, dos o tres de nosotros respondimos ofreciendo distintas opciones para conseguirlo. Para aprender o para conseguir, al menos un principio de…

Meditar, meditar, no sé si era lo que realmente quería. Quizá lo que más necesitaba era relajarse, para desconectar un poco su mente. En cualquier caso, bajo mi punto de vista, ese es el quid de la cuestión: no sabemos muy bien lo que queremos. O no sabemos expresarlo o, lo que es peor, llegado el caso, como en el ejemplo descrito, no ayudamos correctamente porque no nos tomamos el necesario tiempo para entender lo que nos piden. Me refiero, a ser efectivos, ofreciendo la solución adecuada para determinada petición de ayuda. En otras palabras, qué necesitas y para qué o por qué crees que lo necesitas; hubiese sido la primera mejor respuesta. Sin embargo todos caímos en la trampa de creer, presuponer, que quien pedía ayuda ya sabía algo de la materia consultada y fuimos dando explicaciones tan variadas como inútiles por lo poco efectivas que fueron en cuanto a la angustia vital que nuestra compañera tenía en ese momento. A esto me refería el otro día cuando hablaba de las palabras huecas…

Bien está leer y aprender conceptos nuevos pero tanto o más necesario es digerir lo que se lee, para entender lo que se quiere.

© Ceta 2008

1 comentario:

Zalo dijo...

Hola Ceta,

Gracias por compartir este texto con nosotros. Es cierto que a veces nos ponemos a leer cosas, que al final no entendemos o no llegamos a interiorizar, eso puede provocar la decepción, y el aburrimiento de la persona que no llega a experimentar lo aprendido.

Personalmente, siempre me he considerado un teórico poco práctico, aunque poco a poco y cambiando la manera de interiorizar las cosas, siempre se puede llegar a experimentar todo el conocimiento, y convertirlo en sabiduría.

Un abrazo,

Zalo