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martes, 28 de agosto de 2007

Meditación Vipassana I


Aquí os dejo un texto perteneciente a 'Osho: El Rebelde, 9 de Junio de 1987' espero que os guste:


Hay cientos de métodos de meditación pero quizás el vipasana tiene un status único, del mismo modo que ha habido miles de místicos; pero Gautama el Buda es una singularidad en sí mismo. Es incomparable; de muchas formas ha hecho más por la Humanidad que ningún otro. De muchas maneras su búsqueda de la verdad fue más sincera, más auténtica que la de ningún otro.

Esta es la meditación a través de la cual Gautama el Buda se Iluminó. La misma palabra, vipasana, en pali, la lengua en la cual Gautama el Buda habló... El sentido -el sentido literal- de la palabra es «mirar» y el sentido metafórico es «ver», «observar».

Gautama el Buda escogió una meditación que puede ser llamada la meditación esencial. Todas las demás meditaciones son diferentes formas de observación, pero «el observar» está presente en toda clase de meditación como una parte esencial; no puede ser omitido. Buda ha suprimido todo lo demás y se ha quedado sólo con la parte esencial: el observar.

Hay tres pasos en la observación.


Buda es un pensador muy científico. Empieza con el cuerpo, porque es lo más fácil de observar. Es fácil observar mi mano moverse, mi mano alzarse. Puedo observarme a mí mismo paseando por la calle, puedo observar cada paso mientras camino. Puedo observar cuando yo estoy comiendo. O sea, que el primer paso en el vipasana es observar los actos del cuerpo, que es el paso más sencillo. Cualquier método científico empezará siempre por lo más simple.


Mientras se observa el cuerpo te asombrarás con nuevas experiencias. Cuando mueves la mano observando, estando alerta, conscientemente, notarás una cierta gracia y un cierto silencio en esa mano. Puedes hacer los movimientos sin observar; será más rápido, pero perderá la gracia.


Buda acostumbraba a pasear tan despacio que muchas veces le preguntaban porqué andaba tan lentamente. El decía, «Es parte de mi meditación. Siempre caminar como si estuvieras adentrándote en un río de agua fría en invierno... despacio, alerta, porque el agua del río está muy fría; alerta porque la corriente es muy fuerte; observando cada uno de los pasos porque puedes resbalar con las piedras del río».


El método es siempre el mismo, sólo el objeto cambia con cada paso. El segundo paso es observar la mente. Ahora puedes moverte en un mundo más sutil: observa tus pensamientos. Si has sido capaz y has logrado observar el cuerpo no va a haber ninguna dificultad.


Los pensamientos son ondas sutiles, ondas electrónicas, ondas de radio, pero son tan materiales como tu cuerpo. No son visibles, como tampoco el aire es visible, pero el aire es tan material como las piedras; así también son tus pensamientos, materiales pero invisibles.


Este es el segundo paso, el paso medio. Te estás moviendo hacia la invisibilidad, pero todavía es material, observa tus pensamientos. La única condición es: no juzgues. No juzgues, pues en el momento en que empieces a hacer juicios te olvidarás de observar.


No hay antagonismo en contra del hacer juicios. La razón por la que está prohibido es porque en el momento en que empiezas a juzgar - «éste es un pensamiento bueno»- todo este espacio no lo estabas observando. Empezaste a pensar, te involucraste. No pudiste mantenerte apartado, estando de pie al lado de la carretera simplemente contemplando el tráfico.


No te conviertas en un participante, ya sea para adular, o para valorar, o para condenar. No debes de adoptar ninguna actitud respecto a lo que está pasando en tu mente.

Deberías observar los pensamientos como si fuesen nubes pasando por el cielo. No haces ningún juicio sobre ellas, «Esta nube negra es muy mala, esta nube blanca parece un sabio». Las nubes son nubes, no son ni malas ni buenas. Así son los pensamientos, sólo una pequeña onda pasando a través de tu mente.


Observa sin enjuiciar y te encontrarás con una gran sorpresa. A medida que tu observación se va asentando, los pensamientos vendrán en menor número. La proporción es exactamente la misma: si estás al cincuenta por ciento de tu capacidad de observación, el cincuenta por ciento de tus pensamientos desaparecerá. Si estás el sesenta por ciento , entonces sólo el cuarenta por ciento de tus pensamientos estará ahí. Cuando eres el noventa y nueve por ciento, puro observador, sólo de vez en cuando habrá un pensamiento solitario, un uno por ciento, pasando por la carretera. El tráfico habrá desaparecido. Esa hora punta de tráfico ya no estará.


Cuando estés al cien por cien, sin enjuiciar y siendo sólo un observador; querrá decir que te has convertido en un espejo, porque un espejo nunca juzga. Si una mujer fea se mira en él, el espejo no hace ningún juicio. Si una mujer hermosa se mira en él, para el espejo no hay diferencia. Si nadie se mira en él, el espejo es tan puro como cuando alguien se refleja en él. No lo mueve ni el reflejo ni el no-reflejo. El observar se convierte en un espejo.


(Continua...)

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