La vida es un cúmulo de lecciones, cada cosa que pasa a nuestro alrededor es una lección más para nuestra evolución y de la que debemos aprender. Podemos pasar nuestra vida dormidos ante estas lecciones o intentar aprender de ellas tanto para evolucionar como para mejorar nuestras propias vidas.
El sábado invité a mi novia a un restaurante que solía frecuentar hace años cuando vivía aquí en A Coruña, como siempre estaba lleno de gente y tuvimos que esperar a conseguir mesa. Cuando estábamos esperando por la mesa levante mi vista y observé que uno de los camareros era un amigo mío de la infancia al cual hacía años que no veía. Este antiguo amigo siempre se movió por círculos bastante elitistas y con hijos de personas adineradas de la ciudad, posteriormente se casó joven y montó una empresa la cual tenía éxito, los empleados entre los que se encontraba una amiga mía hablaban de que no tenía un comportamiento muy humano con ellos y no los trataba correctamente.
A lo largo de la comida el camarero no se acercó a nuestra mesa aunque tuvo que recoger mesas de alrededor y cuando veía que no le quedaba mas remedio que venir a la que estábamos nosotros se ocultaba buscando cualquier excusa para que viniese algún compañero.
Cuando salimos del restaurante me puse a pensar en la situación y a analizarla y saque diversas conclusiones,
En primer lugar pensé que nunca debemos de avergonzarnos de nuestra posición social o de nuestra profesión, ya que la vida funciona de manera cíclica y ahora podemos estar arriba y mañana abajo, no creo que el hecho de ser un camarero o un gran empresario diferencie nuestra calidad como personas.
En segundo lugar no debemos de juzgar a las personas por su profesión o status social, ya que cualquier trabajo mientras sea honrado es muy digno.
En tercer lugar pensé en la ley de causa efecto, todo lo que hagamos sobre las personas que nos rodean tiene una consecuencia sobre nosotros mismos, ya sea de manera inmediata o con el paso del tiempo.
El sábado invité a mi novia a un restaurante que solía frecuentar hace años cuando vivía aquí en A Coruña, como siempre estaba lleno de gente y tuvimos que esperar a conseguir mesa. Cuando estábamos esperando por la mesa levante mi vista y observé que uno de los camareros era un amigo mío de la infancia al cual hacía años que no veía. Este antiguo amigo siempre se movió por círculos bastante elitistas y con hijos de personas adineradas de la ciudad, posteriormente se casó joven y montó una empresa la cual tenía éxito, los empleados entre los que se encontraba una amiga mía hablaban de que no tenía un comportamiento muy humano con ellos y no los trataba correctamente.
A lo largo de la comida el camarero no se acercó a nuestra mesa aunque tuvo que recoger mesas de alrededor y cuando veía que no le quedaba mas remedio que venir a la que estábamos nosotros se ocultaba buscando cualquier excusa para que viniese algún compañero.
Cuando salimos del restaurante me puse a pensar en la situación y a analizarla y saque diversas conclusiones,
En primer lugar pensé que nunca debemos de avergonzarnos de nuestra posición social o de nuestra profesión, ya que la vida funciona de manera cíclica y ahora podemos estar arriba y mañana abajo, no creo que el hecho de ser un camarero o un gran empresario diferencie nuestra calidad como personas.
En segundo lugar no debemos de juzgar a las personas por su profesión o status social, ya que cualquier trabajo mientras sea honrado es muy digno.
En tercer lugar pensé en la ley de causa efecto, todo lo que hagamos sobre las personas que nos rodean tiene una consecuencia sobre nosotros mismos, ya sea de manera inmediata o con el paso del tiempo.
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