
Me senté en la mejor de mis estrellas y pensé en ti, sólo en ti. Porque, ¿Sabes? Te amo... y por eso hice un mundo donde pudieras estar hasta que llegara el momento en que pudieras vivir junto a mí.
Para que pudieras vivir puse un cielo y le di el día y la noche. En el día puse un sol para que vieras la Luz de mi amor, y en la noche puse la oscuridad, y en ella la luna y las estrellas, para que supieras que en la penumbra también hay belleza... y que la belleza no sólo se ve, sino que también se siente.
Y puse animales, todos diferentes de forma y color, para que pudieras disfrutar de su belleza.
También pensé en ellos y les di un lugar para vivir, y en su mundo puse selvas, charcas, pantanos, praderas y hielos.
Pensé que no podrías estar solo, y te hice hombre o mujer, para que hubieran cuerpos que dieran vida y disfrutaran del amor.
¿Sabes? Me sentí horrible cuando pensaste que yo no existía, que todo tenía una explicación científica, y la tiene, porque la puse para que pudieras entenderme con mayor facilidad, pero no razonas bien.
Como te amo, de vez en cuando te mando un problema, que es un regalo que te doy para que aprendas a crecer, y aun así dudas de mí.
Todo el tiempo pienso en ti, y todos los días mando una señal especialmente para ti. Y yo que te di ojos, te veo ciego.
Y como eres sordo a mi voz, decidí escribirte esta carta para recordarte que te amo, y si me has hecho daño, te perdono.
Eres mi hijo y jamás te dejaré, mi pequeño...
Ahora esperaré, tendré paciencia. Recuerda que te espero con los brazos abiertos.
No necesito decirte quien soy... Tú ya lo sabes.
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