La fe

Ayer asistí a una conferencia de Rubén Cedeño, autor de “Los Pilares de la Metafísica”, sobre la figura de Conny Méndez. La visión de las cosas de estos dos autores, me ha parecido muy diferente a la mía en cuanto a la manera de verlo todo, por lo cual, no me veo preparado a hacer una análisis sobre lo allí tratado, de todas maneras hubo una anécdota sobre Conny Méndez, contada por Rubén Cedeño, que me hizo pensar en esta cuando regresaba a casa.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Conny Méndez, mujer con mucho poder en la época, decidió regresar a Venezuela. Después de mover muchos hilos, se enteró de un carguero que viajaba de Nueva York a Caracas, y finalmente, consiguió subir en este, junto a un numeroso grupo de marineros, para así regresar a su país, aún bajo el riesgo de ser bombardeados por los alemanes.

En este viaje les acompañaban Henry Pittier y su esposa, cual fue la sorpresa de Conny, cuando vio a la Señora Pittier, tocando la guitarra y cantando alegremente con los marineros, entonces se acercó a ella y le pregunto si estaba loca, estaban en un carguero en plena II Guerra Mundial, atravesando el Atlántico, La Sra. Pittier respondió con una sonrisa: "A nosotros no nos va a pasar nada, porque Dios está con nosotros", entonces Conny respondió: "¿Y por qué Dios no está con los soldados en la guerra para que no los maten?". La Señora Pittier le dijo: "Conny, como ellos no saben que están con Dios no tienen Su Protección. Dios actúa a través de la conciencia". Cuando llegaron a Puerto Cabello, allí estaba esperándoles la gente, sorprendida porque eran el único carguero, de 8 que habían partido de Nueva York que había llegado al puerto, entonces Conny Méndez le preguntó a la Sra. Pittier, que sabía ella para que hubiese sucedido todo de esa manera, entonces la Sra. Pittier le dijo que era metafísica y le regaló el libro “La Llave de Oro” de Emmet Fox.

Podríamos analizar de diversas maneras esta anécdota, pero para mí, personalmente, es una demostración, de que con fe, y dejándonos guiar, podemos llegar a obrar ‘milagros’.